Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes
y comprometidos pueden cambiar el mundo.
De hecho, son los únicos que lo han logrado.
-Margaret Mead
"Cambiar el mundo" tres palabras que pueden parecer tan cargadas de sentimientos, emociones, ilusiones y hasta utopía.
Pero pensemos un momento en las demás partes de la frase:
un pequeño grupo... un grupo en el que se compartan sueños, necesidades, inquietudes, anhelos y metas comunes, pero que no se quede en la contemplación de la situación, sino que directa y explícitamente dedica parte de sus energías, tiempo y esfuerzos a pensar en maneras en que se pueda comenzar a dar soluciones concretas, prácticas y duraderas a los problemas que se analizan.
En su búsqueda, este pequeño grupo de ciudadanos busca llegar a las causas raíz de los síntomas que observan, que les generan incomodidad, y les instan a actuar. Y finalmente, este pequeño grupo de ciudadanos pensantes se encuentra tan identificado con los problemas y se convence tanto de la posibilidad de solución de los mismos, que le es imposible ser indiferente, lo que les lleva a un compromiso profundo que crece con el tiempo y el trabajo.
Este pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos quizá no son en sí mismos tan influyentes al principio, pero su tenacidad, voluntad, esfuerzo, dedicación, entrega y compromiso comienzan a ser tan notorios, que comienzan a contagiar a otros a su alrededor, generando un fenómeno de "bola de nieve" que crece y crece, hasta que finalmente se puede llegar a introducir un cambio que trascienda todas las barreras, y llegue a afectar para siempre la manera en que el mundo es.
¿El precio? Puede ser muy alto, pero sólo quienes estén realmente dispuestos a pagarlo, lograrán hacerlo.
